Sobres llenos de deseos.

Me encanta la Navidad! Me encanta y no puedo remediarlo! Todo empezó no hace mucho, unos pocos años para ser exactos...

Cuando eres pequeño la navidad es especial, no te planteas el porque de ello, sólo piensas en cagar el Tió o que lleguen pronto los Reyes Magos, porque, des de tu humilde opinión, este año has sido muy, muy bueno.

Según vas creciendo las cosas cambian. Se va perdiendo, o así fue en mi caso, esa ilusión que tenía...

Pero hace unos tres o cuatro años (dios mío cómo pasa el tiempo...) tuve la oportunidad de vivir una navidad fuera de casa. En Londres nada menos. Fue allí donde descubrí el significado que tienen para mí estos días.

Me di cuenta de lo importante que es estar cerca de los míos, de recordar a los que ya no están, así como de dar la bienvenida a los nuevos integrantes de mi vida... Comprendí que es un momento para pensar en los demás, para gritar: Feliz Navidad! a todo el mundo, para sonreír, para crear nuevos propósitos para el año nuevo aunque luego no se cumplan... y, sobretodo un excusa para juntarse con familiares y amigos. ¿Que no tiene que ser navidad para hacer todo eso? Lo sé. Pero sigue siendo increíble...Tan increíble cómo los sobres de deseos que nos mandamos mis chicas y yo. Os cuento.

Cada año hacemos una cena de navidad con las amigas. O por lo menos eso intentamos. Éste año hemos ido a cenar a un argentino estupendo de Barcelona.

Justo antes de salir de casa, observando maravillada mi nueva Dymo y con muchas ganas de encontrar una excusa para usarla, decidí preparar unos sobres donde para guarda deseos. Os explico:

Cada una de nosotras escribiría un deseo para cada una del grupo y lo metería en el respectivo sobre cuando lo acabara. Una vez los deseos estuvieran dentro se cerraría el sobre y se volvería a abrir la noche de fin de año.

Como os podréis imaginar, lo de esperar hasta fin de año... no ha sido posible!jejej